Todaro, el gran renovador del baile escénico
Es posible que durante tu vida de tango llegues a escuchar hablar de un maestro, de un gran maestro que le enseñó el arte a alguien que muy posiblemente en algún momento te enseñó a bailar a vos. Así se transmite el tango y la cultura. Por eso, en este blog te voy contar sobre él, Antonio Todaro, el hombre que cambió el baile escénico.
Como sabemos, no se puede abarcar la vida de un hombre en unos pocos renglones. Pero al menos podemos resaltar una parte de su trayectoria y de sus momentos notables. En esta ocasión decidí rendirle este homenaje al maestro Todaro, dado la información dispersa y a veces errónea que hay sobre él. Por eso, antes de comenzar, quiero aclarar que todo lo dicho aquí proviene de información recabada de entrevistas al mismo Todaro y de las personas más allegadas a él.
Parece mentira que en un país cuyos pilares culturales más genuinos son el tango y el fútbol, se conozca vida y obra de muchos jugadores y muy poco de los bailarines. Pero no pierdo la esperanza de que en algún momento se reconozca a esa camada de hombres y mujeres que renovaron la conciencia del movimiento y mantuvieron viva la llama cultural porteña y argentina.
Del trabajo a la práctica
Antonio Todaro nació el 12 de septiembre de 1929 en el barrio de Chacarita. Es probable que encuentres con que muchos afirmen que nació en Mataderos; pero lo cierto es que de acuerdo con una entrevista que concedió a Gabriela Hanna en Alemania, el mismo Antonio Todaro declaró que nació en Chacarita, después se mudó a Parque Chacabuco y más tarde, a partir de los 13 años, se asentó en Mataderos.
Estamos hablando de 1942, un país con 8 millones de habitantes y una época en la que no había muchos profesionales de tango; pero en la que se bailaba y practicaba en todos los clubes de barrio, clubes sociales y deportivos que se llenaban de hombres jóvenes que aspiraban a superar el tango de las décadas anteriores. De hecho, podría afirmarse que no había otra cosa que no fuera tango, al menos en Mataderos.
Y a uno de esos clubes solía asistir Antonio para ver las prácticas. Entonces no había maestros ni nadie que se ocupara de la enseñanza. Los muchachos practicaban unos con otros y en esa experiencia se formaban como bailarines.
Pero un buen día de 1948, Todaro entró al club como siempre, se sentó, y miró largo tiempo a esos jóvenes, hasta que de repente escuchó una voz que le decía: “¡Vení, vení!”
¿Quién fue? ¿Quien lo llamó? No lo sabemos. Pero algo de convincente había en ese tono, porque de inmediato Todaro se levantó de la silla para que el muchacho comenzara a enseñarle. Y paso por paso, como todos principiante, se puso en marcha el proceso.
Entonces trabajaba de albañil y, según el maestro y bailarín Antón Gazenbeek, de vez en cuando ayudaba a otro bailarín, conocido como “Virulazo”, a vender verduras en carritos de madera en el barrio de San Justo.
Pero mientras aplicaba el cemento a la pared o caminaba los empedrados en busca de clientes, Todaro tenía el tango en la cabeza. Apenas terminaba de almorzar se iba a practicar y pasaba cuatro o cinco horas en el club, aunque no hubiera música. De hecho practicaba dos horas con música que provenía de un gramófono que alguien aportaba –la música que se pusiera– y luego se quedaba otras tres horas a practicar sin música.
El tema era aprender, no importaba con qué música.
Eran los tiempos en que los bailarines tardaban cuatro o cinco años en aprender y crecer y luego se hacían hinchas de alguna orquesta.
A Todaro le podía gustar la orquesta de Juan D’Arienzo, pero detestaba bailar con orquestas. Sobre todo con la orquesta de Pugliese. No por la orquesta en sí misma, sino que no soportaba que la gente se aproximara al escenario y se detuviera a verla, porque nadie bailaba. Le ocurría especialmente con la orquesta de Osvaldo Pugliese. Seguramente no con otras; pero sí con la del maestro Pugliese en especial, sobre todo cuando las chicas se precipitaban al escenario para ver cantar a Alberto Morán.
20 años no es nada…
No obstante, en 1949, sintió que ya tenía valor suficiente para desafiar al destino y se inscribió en un torneo de baile para participar de un concurso en un club de Lanús, provincia de Buenos Aires, que se llamaba “Marplatense”.
Aquí debo aclarar que varios concursos de baile no contaban con jueces. La pareja de baile ganaba por el voto del público. Esto quiere decir que a mayor cantidad de gente que llevaba el bailarín al baile, más chances de ganar tenía la pareja, y más chances de ganar con el valor de la entrada tenía el organizador.
La cuestión es que Antonio llegó al concurso acompañado de seis o siete personas. Muy pocos amigos, comparados con otros. A veces, algunos bailarines ganaban un concurso tras otro llevando camiones con amigos; pero Antonio se tenía fe. Vio en el club alrededor de 700 espectadores y esperó a que lo llamaran a participar.
Entró en el grupo, bailó, mostró su habilidad y por el voto de la gente ganó el concurso. Fue uno de esos momentos bisagra, porque a partir de allí se dedicó a enseñar y a bailar. El nombre de su pareja quedó en el olvido; pero sabemos que murió poco después de ese triunfo.
Por entonces ya pensaba:
“El tango como baile es lo más bello que existe. Hay que abordarlo con fuerza, con mucho cariño y muchas horas de trabajo.”
En aquella época Todaro bailaba el estilo fantasía, un estilo sobre el que se puede aprender más leyendo la nota sobre Tango Estilo Fantasía en este blog. Podía alejarse tres a cuatro metros de la pareja y retomar el abrazo.
Esa forma vistosa de bailar le permitió trabajar durante un año y medio como bailarín en diversas confiterías: Armonía, (calle Corrientes 1443); El Olmo (esqina de Rivadavia y Pueyrredón, en Plaza Once o Plaza Miserere); La Munich, (calle Boedo, esquina San Juan) en la ciudad de Buenos Aires tanto como en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Participó de varietés como los que había en los cinemas.
En ese mismo 1949, estuvo en el Club Sol de Mayo en Mataderos. Vio a gente que no era de allí y que bailó con giros. Nunca pudo afirmar quién los inventó. Pero pensó en Petróleo considerándolo un gran bailarín.
En cada barrio había un bailarín que superaba a los demás. No era por competencia, sino porque les gustaba.)
Llegó a consolidar una forma de baile de exhibición tan propia, que no pasó desapercibido para nadie, a tal punto que le permitió mostrarlo con diferentes parejas, siendo la última su hija, que algunos llaman Inés y otros Titi. Veámoslos bailar.
De algún modo, el hombre mostraba que sin importar la edad, cualquiera podía bailar.
El gran encuentro Todaro-Bravo
Pero alrededor de 1964 ocurrió otro de esos momentos bisagra. Los ya reconocidos maestros y bailarines Antonio Todaro y Raúl Bravo se conocieron y en 1969 comenzaron una tarea conjunta en favor de la enseñanza.
Pusieron academias de tango en diversos puntos de la ciudad y desarrollaron un método eficaz para los bailarines. De a poco las aulas se fueron llenando.
Entonces Todaro dejó el trabajo de albañilería y comenzó a vivir de enseñar el tango y manejar la academia.
Tenía muchas academias: en la esquina de Misiones y Rivadavia, Rojas, Nazca y la última en las calles Jujuy y Carlos Calvo.
Recordemos que en la década de 1970 muchos pensaban que el tango agonizaba y otros se preguntaban si el tango había muerto. Una época en la que para muchos bailarines profesionales se hacía difícil trabajar.
Pero sea como fuere, el estudio de Todaro-Bravo comenzó a ganar prestigio y a ubicarse entre las academias más solicitadas por los estudiantes.
También era cierto que las milongas mantenían sus puertas abiertas y continuaban su labor en favor del tango.
Así fue que a comienzos de los 80, entró a una milonga del Salón Canning, conoció a la joven bailarina Martha Antón, y tras bailar con ella le propuso que fuera su asistente. No hace falta describir la sensación de orgullo que sintió la joven, a quien el futuro le reservaba ser una gran maestra de canyengue moderno. Vale decir que Antón estuvo con él en las academias de la calle Belgrano (Belgrano 2259 y Potosí) y luego en Sarmiento 2950.
Todaro, el Maestro internacional
Parecía que todo estaba en orden; pero descubrió que aun había mucho más por hacer cuando entre 1983 en París y 1985 en New York se desató el boom de Tango Argentino.
Entonces comenzó las giras por Europa. Enseñó en Alemania, Holanda, Suiza, Bélgica y París.
Pero nunca dejó de enseñar en Buenos Aires. Daba clases tres veces por semana.
En 1986, junto con su asistente Antón, recibió al primer contingente compuesto por 22 holandeses procedentes de Amsterdam.Después Todaro se mudó a Carlos Calvo y Jujuy, primer piso.
Enseñó a bailar con abrazo abierto y cercano; enseñó tango de salón a Luis Grondona, que sería maestro de canyengue moderno y empezó a transmitirle su saber a varios alumnos que se convertirían en grandes maestros.
¿Quiénes? Se trataba de una camada de jóvenes de los que extraería todo su virtuosismo. Entre ellos: Miguel Angel Zotto y Milena Plebs, Jorge Firpo y Aurora Lúbiz, Alejandra Mantiñán y Gustavo Russo, Roberto Herrera y Vanina Bilous, Gabriel Angió y Natalia Games, Roxana y Fabián Belmonte, Marcela Durán, Ricky Barrios, y una lista interminable.
Se diría que casi no hay bailarín de exhibición formado en los ochentas que no haya estudiado con el gran maestro.
De hecho, en la década de los 90 ya estaba asentado en la academia de su amigo Saverio Perré, en Belgrano 2259.
Por entonces decía respecto del baile escénico:
“Hoy se baila con coreografía, mucha fantasía, un tango espectacular. Caminar sobre el escenario no tendría mucho éxito.”
Todaro, el gran renovador del tango escenario
Antonio Todaro era un hombre de poco hablar y mucho hacer, tuvo entre sus amigos a Jorge Ocaizaguirre “Virulazo”, a José María Baña conocido como “El Pibe Palermo”, a Carlos Estévez “Petróleo” y a Raúl Bravo, con quien compartió la academia de tango.
Por esa trayectoria, en 1993 el maestro y bailarín Raúl Bravo le obsequió una placa recordatoria por 15 años de enseñanza conjunta. Bailaron intercambiando roles y disfrutaron la noche de milonga.
En este video verás parte de la vida del maestro y lo verás bailar con su hija y con el maestro Raúl Bravo en ese homenaje.
Una fiesta inolvidable a la que también asistió un hombre centrado en años para verlo bailar; pero en cuyas facciones el maestro pudo reconocer como aquél muchachito que un buen día le dijo “¡Vení, vení!” y lo animó a levantarse de la silla.
Al año siguiente, el 28 de febrero de 1994, Don Antonio, “el tano”, como lo llamaban algunos, partió de esta vida.
Todaro fue un creador de figuras, un gran maestro; pero sobre todo el puente que unió el tango de los ‘40 con la nueva generación de los ’80. Fue el hombre que más allá de la milonga, ahondó en la coreografía del tango salón fantasía, reinterpretó el baile escénico y dio al mundo una camada de bailarines, hoy maestros, de indiscutible calidad de danza. Más de uno lo llamó “el sastre del tango”, por ofrecer coreografías que se ajustaban al estilo o las posibilidades de cada bailarín que requería de él.
“Cuando alguien dice: ‘esto no es tango’, lo dice porque espera ver un tango de los años ‘40. Yo puedo ver bailar y decir “no me gusta cómo baila”, pero no diré ‘eso no es tango’. Quien dice eso, ¿bailará realmente?”
Gustavo Benzecry Sabá
Amigos de Tango,
Yo soy wouter Brave di Holanda, alumno y amigo de Antonio.
Gracias por tu historia sobre el gran maestro! Lo conosci bièn. Estubè su primer alumno Europeo (y joven tambien problamente). Viajè a BA para buscar el Tango en noviembre 1985. Quedè en hotel Victoria en Chacabuco y Chile. En esto epoca el Tango estaba todavia completamente descondido.
Antonio estaba ensañando en esto tiempo en la escuela de Manolo Queralt, Chile 520, muy cerca mi hotel. Maria Inès hico la administracion alla. Por 3 meses estudiè con el alla. primero solo, despues con mi companera Martine (ella esta con Antonito en el foto derecha en tu video; parece que sacaste foto’s de mi libro como el foto de la escuela de Antonio y Raul en Rivadavia. Cuando sacè esto foto no sabi que fue la escuela de ellos. Me cuento Antonio dèspues. Tambien que un dia se fueron para cenar y cuando volvieron el techo estaba caido!!).
En deciembre 1987 volvi con esto grupo de holandeses de que hablas (no en ’86). Esto viaje estaba organisado por Mirta y Lalo Diaz, mi socios en nuestra escuela de Tango en Amsterdam. Fue tambien el momento que Antonio salio de la escuela de Manolo Queralt y empèso a enseñar solo (problamente fue en el estudio en Carlos Calvo).
En Junio ’88 estube solo en BA por un mes y pasè mucho tiempo con Antonio. En esto momento enseñaba en la casa de Pepito Avellanedo en calle Mexico (y Chacabuco). Zotto y Milena estaban tomando clases alla con el esto invierno. Al mismo momento Gustavo Naveira estaba estudiando con Pepito alla. Un tiempo muy interessante y importante por el futuro y desarollo del Tango.
En Septièmbre 1988 Antonio viajaba por la primera vez a Amsterdam para dar clases. Yo lo invitè para venir. Fue su primero viaje etranjero, creo. Cuando Antonio quedaba con nosotros en Amsterdam, me llamo Juan Lange de Berlin, el fundador (Uruguayo) de la escuela de tango de Berlin. (Lo encontrè En BA en enero ’86 durante mi primer visito a BA. El tambien tomaba algunos clases con Antonio esta vez.) Me pregunto si Antonio queria venir tambien a Berlin para enseñar. Antonio dijo si y despues amsterdam viajaba a Berlin y quedaba alla tambien por 2 semanas. Asi empeso su carrera como professor en Europa. Volvio cada año hasta no pudo mas.
Esta ayudante (Martha Antón) de que hablas no cognosco. Todos los años que pasè tiempo con el estaba solo.
Algunos historias que me cuento: Vendio Matambre con Virulazo en la calle me dijo. Preparado por ellos!
Tambien me mostro el lugar donde organosaba salones con comida en los años 70 (?). No me recuerdo donde, fue cerca Mataderos. el el documentario el Abrazo (de Jan van den Berg) Antonio habla de esto.
Tambien me cuento como empeso a bailar. Antonio jugaba futbol me dijo. lo hico bien! Tenia un buen amigo que frequentaba salones de tango (y por eso paso menos tiempo con antonio). Porque Antonio queria estar con el lo acompaño al salon. Y asi empeso a bailar.
Fue gran admirador de los Mendez, me dijo, bailarines de las cuarentas. Y por musica absolutamente d’ Arienzo!!
bueno, esto es mas o menos que sè.
Lo quero mucho y todavia lo estraño. Fue un persona muy bueno y el bailerin màs elegante que vi en mi vida!
Un abrazo,
Wouter Brave
Hola, Wouter!
En primer lugar, queremos agradecerte que escribieras en español. Es un gesto muy generoso de tu parte.
En segundo término, la historia que contás de Antonio Todaro va completando esa fascinante trayectoria de tango que tanto enriqueció a bailarines como vos. Las fotos que se publicaron provienen mayormente de Raúl Bravo, quien fuera socio y amigo de Antonio. Espero que en algún momento podamos cruzar caminos y conversar ampliamente sobre esta parte de la historia del tango. Mirta y Lalo son conocidos míos, sobre todo Mirta, que tuvimos el placer de recibirla en nuestra casa. Por lo demás, ya estamos en comunicación. Y si no lo hiciste, te invito a suscribirte al canal de YouTube tangomilonga, donde también podés dejar un comentario para compartir con otros amigos de tango. ¡Un gran abrazo, agradecido por tu tiempo y generosidad!