Todaro, el gran renovador del baile escénico
Es posible que durante tu vida de tango llegues a escuchar hablar de un maestro, de un gran maestro que le enseñó el arte a alguien que muy posiblemente en algún momento te enseñó a bailar a vos. Así se transmite el tango y la cultura. Por eso, en este blog te voy contar sobre él, Antonio Todaro, el hombre que cambió el baile escénico.
Como sabemos, no se puede abarcar la vida de un hombre en unos pocos renglones. Pero al menos podemos resaltar una parte de su trayectoria y de sus momentos notables. En esta ocasión decidí rendirle este homenaje al maestro Todaro, dado la información dispersa y a veces errónea que hay sobre él. Por eso, antes de comenzar, quiero aclarar que todo lo dicho aquí proviene de información recabada de entrevistas al mismo Todaro y de las personas más allegadas a él.
Parece mentira que en un país cuyos pilares culturales más genuinos son el tango y el fútbol, se conozca vida y obra de muchos jugadores y muy poco de los bailarines. Pero no pierdo la esperanza de que en algún momento se reconozca a esa camada de hombres y mujeres que renovaron la conciencia del movimiento y mantuvieron viva la llama cultural porteña y argentina.
Del trabajo a la práctica
Antonio Todaro nació el 12 de septiembre de 1929 en el barrio de Chacarita. Es probable que encuentres con que muchos afirmen que nació en Mataderos; pero lo cierto es que de acuerdo con una entrevista que concedió a Gabriela Hanna en Alemania, el mismo Antonio Todaro declaró que nació en Chacarita, después se mudó a Parque Chacabuco y más tarde, a partir de los 13 años, se asentó en Mataderos.
Estamos hablando de 1942, un país con 8 millones de habitantes y una época en la que no había muchos profesionales de tango; pero en la que se bailaba y practicaba en todos los clubes de barrio, clubes sociales y deportivos que se llenaban de hombres jóvenes que aspiraban a superar el tango de las décadas anteriores. De hecho, podría afirmarse que no había otra cosa que no fuera tango, al menos en Mataderos.
Y a uno de esos clubes solía asistir Antonio para ver las prácticas. Entonces no había maestros ni nadie que se ocupara de la enseñanza. Los muchachos practicaban unos con otros y en esa experiencia se formaban como bailarines.
Pero un buen día de 1948, Todaro entró al club como siempre, se sentó, y miró largo tiempo a esos jóvenes, hasta que de repente escuchó una voz que le decía: “¡Vení, vení!”
¿Quién fue? ¿Quien lo llamó? No lo sabemos. Pero algo de convincente había en ese tono, porque de inmediato Todaro se levantó de la silla para que el muchacho comenzara a enseñarle. Y paso por paso, como todos principiante, se puso en marcha el proceso.
Entonces trabajaba de albañil y, según el maestro y bailarín Antón Gazenbeek, de vez en cuando ayudaba a otro bailarín, conocido como “Virulazo”, a vender verduras en carritos de madera en el barrio de San Justo.
Pero mientras aplicaba el cemento a la pared o caminaba los empedrados en busca de clientes, Todaro tenía el tango en la cabeza. Apenas terminaba de almorzar se iba a practicar y pasaba cuatro o cinco horas en el club, aunque no hubiera música. De hecho practicaba dos horas con música que provenía de un gramófono que alguien aportaba –la música que se pusiera– y luego se quedaba otras tres horas a practicar sin música.
El tema era aprender, no importaba con qué música.
Eran los tiempos en que los bailarines tardaban cuatro o cinco años en aprender y crecer y luego se hacían hinchas de alguna orquesta.
A Todaro le podía gustar la orquesta de Juan D’Arienzo, pero detestaba bailar con orquestas. Sobre todo con la orquesta de Pugliese. No por la orquesta en sí misma, sino que no soportaba que la gente se aproximara al escenario y se detuviera a verla, porque nadie bailaba. Le ocurría especialmente con la orquesta de Osvaldo Pugliese. Seguramente no con otras; pero sí con la del maestro Pugliese en especial, sobre todo cuando las chicas se precipitaban al escenario para ver cantar a Alberto Morán.
20 años no es nada…
No obstante, en 1949, sintió que ya tenía valor suficiente para desafiar al destino y se inscribió en un torneo de baile para participar de un concurso en un club de Lanús, provincia de Buenos Aires, que se llamaba “Marplatense”.
Aquí debo aclarar que varios concursos de baile no contaban con jueces. La pareja de baile ganaba por el voto del público. Esto quiere decir que a mayor cantidad de gente que llevaba el bailarín al baile, más chances de ganar tenía la pareja, y más chances de ganar con el valor de la entrada tenía el organizador.
La cuestión es que Antonio llegó al concurso acompañado de seis o siete personas. Muy pocos amigos, comparados con otros. A veces, algunos bailarines ganaban un concurso tras otro llevando camiones con amigos; pero Antonio se tenía fe. Vio en el club alrededor de 700 espectadores y esperó a que lo llamaran a participar.
Entró en el grupo, bailó, mostró su habilidad y por el voto de la gente ganó el concurso. Fue uno de esos momentos bisagra, porque a partir de allí se dedicó a enseñar y a bailar. El nombre de su pareja quedó en el olvido; pero sabemos que murió poco después de ese triunfo.
Por entonces ya pensaba:
“El tango como baile es lo más bello que existe. Hay que abordarlo con fuerza, con mucho cariño y muchas horas de trabajo.”
En aquella época Todaro bailaba el estilo fantasía, un estilo sobre el que se puede aprender más leyendo la nota sobre Tango Estilo Fantasía en este blog. Podía alejarse tres a cuatro metros de la pareja y retomar el abrazo.
Esa forma vistosa de bailar le permitió trabajar durante un año y medio como bailarín en diversas confiterías: Armonía, (calle Corrientes 1443); El Olmo (esqina de Rivadavia y Pueyrredón, en Plaza Once o Plaza Miserere); La Munich, (calle Boedo, esquina San Juan) en la ciudad de Buenos Aires tanto como en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Participó de varietés como los que había en los cinemas.
En ese mismo 1949, estuvo en el Club Sol de Mayo en Mataderos. Vio a gente que no era de allí y que bailó con giros. Nunca pudo afirmar quién los inventó. Pero pensó en Petróleo considerándolo un gran bailarín.
En cada barrio había un bailarín que superaba a los demás. No era por competencia, sino porque les gustaba.)
Llegó a consolidar una forma de baile de exhibición tan propia, que no pasó desapercibido para nadie, a tal punto que le permitió mostrarlo con diferentes parejas, siendo la última su hija, que algunos llaman Inés y otros Titi. Veámoslos bailar.
De algún modo, el hombre mostraba que sin importar la edad, cualquiera podía bailar.
El gran encuentro Todaro-Bravo
Pero alrededor de 1964 ocurrió otro de esos momentos bisagra. Los ya reconocidos maestros y bailarines Antonio Todaro y Raúl Bravo se conocieron y en 1969 comenzaron una tarea conjunta en favor de la enseñanza.
Pusieron academias de tango en diversos puntos de la ciudad y desarrollaron un método eficaz para los bailarines. De a poco las aulas se fueron llenando.
Entonces Todaro dejó el trabajo de albañilería y comenzó a vivir de enseñar el tango y manejar la academia.
Tenía muchas academias: en la esquina de Misiones y Rivadavia, Rojas, Nazca y la última en las calles Jujuy y Carlos Calvo.
Recordemos que en la década de 1970 muchos pensaban que el tango agonizaba y otros se preguntaban si el tango había muerto. Una época en la que para muchos bailarines profesionales se hacía difícil trabajar.
Pero sea como fuere, el estudio de Todaro-Bravo comenzó a ganar prestigio y a ubicarse entre las academias más solicitadas por los estudiantes.
También era cierto que las milongas mantenían sus puertas abiertas y continuaban su labor en favor del tango.
Así fue que a comienzos de los 80, entró a una milonga del Salón Canning, conoció a la joven bailarina Martha Antón, y tras bailar con ella le propuso que fuera su asistente. No hace falta describir la sensación de orgullo que sintió la joven, a quien el futuro le reservaba ser una gran maestra de canyengue moderno. Vale decir que Antón estuvo con él en las academias de la calle Belgrano (Belgrano 2259 y Potosí) y luego en Sarmiento 2950.
Todaro, el Maestro internacional
Parecía que todo estaba en orden; pero descubrió que aun había mucho más por hacer cuando entre 1983 en París y 1985 en New York se desató el boom de Tango Argentino.
Entonces comenzó las giras por Europa. Enseñó en Alemania, Holanda, Suiza, Bélgica y París.
Pero nunca dejó de enseñar en Buenos Aires. Daba clases tres veces por semana.
En 1986, junto con su asistente Antón, recibió al primer contingente compuesto por 22 holandeses procedentes de Amsterdam.Después Todaro se mudó a Carlos Calvo y Jujuy, primer piso.
Enseñó a bailar con abrazo abierto y cercano; enseñó tango de salón a Luis Grondona, que sería maestro de canyengue moderno y empezó a transmitirle su saber a varios alumnos que se convertirían en grandes maestros.
¿Quiénes? Se trataba de una camada de jóvenes de los que extraería todo su virtuosismo. Entre ellos: Miguel Angel Zotto y Milena Plebs, Jorge Firpo y Aurora Lúbiz, Alejandra Mantiñán y Gustavo Russo, Roberto Herrera y Vanina Bilous, Gabriel Angió y Natalia Games, Roxana y Fabián Belmonte, Marcela Durán, Ricky Barrios, y una lista interminable.
Se diría que casi no hay bailarín de exhibición formado en los ochentas que no haya estudiado con el gran maestro.
De hecho, en la década de los 90 ya estaba asentado en la academia de su amigo Saverio Perré, en Belgrano 2259.
Por entonces decía respecto del baile escénico:
“Hoy se baila con coreografía, mucha fantasía, un tango espectacular. Caminar sobre el escenario no tendría mucho éxito.”
Todaro, el gran renovador del tango escenario
Antonio Todaro era un hombre de poco hablar y mucho hacer, tuvo entre sus amigos a Jorge Ocaizaguirre “Virulazo”, a José María Baña conocido como “El Pibe Palermo”, a Carlos Estévez “Petróleo” y a Raúl Bravo, con quien compartió la academia de tango.
Por esa trayectoria, en 1993 el maestro y bailarín Raúl Bravo le obsequió una placa recordatoria por 15 años de enseñanza conjunta. Bailaron intercambiando roles y disfrutaron la noche de milonga.
En este video verás parte de la vida del maestro y lo verás bailar con su hija y con el maestro Raúl Bravo en ese homenaje.
Una fiesta inolvidable a la que también asistió un hombre centrado en años para verlo bailar; pero en cuyas facciones el maestro pudo reconocer como aquél muchachito que un buen día le dijo “¡Vení, vení!” y lo animó a levantarse de la silla.
Al año siguiente, el 28 de febrero de 1994, Don Antonio, “el tano”, como lo llamaban algunos, partió de esta vida.
Todaro fue un creador de figuras, un gran maestro; pero sobre todo el puente que unió el tango de los ‘40 con la nueva generación de los ’80. Fue el hombre que más allá de la milonga, ahondó en la coreografía del tango salón fantasía, reinterpretó el baile escénico y dio al mundo una camada de bailarines, hoy maestros, de indiscutible calidad de danza. Más de uno lo llamó “el sastre del tango”, por ofrecer coreografías que se ajustaban al estilo o las posibilidades de cada bailarín que requería de él.
“Cuando alguien dice: ‘esto no es tango’, lo dice porque espera ver un tango de los años ‘40. Yo puedo ver bailar y decir “no me gusta cómo baila”, pero no diré ‘eso no es tango’. Quien dice eso, ¿bailará realmente?”
Gustavo Benzecry Sabá[:fr]
Todaro, le grand rénovateur de la danse scénique
Il est possible qu’au cours de votre vie de tango, vous entendiez parler d’un professeur, un grand professeur qui a enseigné l’art à quelqu’un qui, à un moment donné, vous a très probablement appris à danser. C’est ainsi que se transmettent le tango et la culture. Pour cette raison, dans ce blog, je vais vous parler de lui, Antonio Todaro, l’homme qui a changé la danse de scène.
On le sait, la vie d’un homme ne se résume pas en quelques lignes. Mais au moins peut-on mettre en lumière une partie de sa carrière et ses moments marquants. A cette occasion, j’ai décidé de rendre cet hommage au Maestro Todaro, étant donné les informations éparses et parfois erronées qu’il y a à son sujet. Par conséquent, avant de commencer, je tiens à préciser que tout ce qui est dit ici provient d’informations recueillies lors d’entretiens avec Todaro lui-même et ses proches.
Il semble incroyable que dans un pays dont les piliers culturels les plus authentiques sont le tango et le football, la vie et le travail de nombreux joueurs et très peu de danseurs soient connus. Mais je ne perds pas espoir qu’à un moment donné, ce groupe d’hommes et de femmes qui ont renouvelé la conscience du mouvement et maintenu vivante la flamme culturelle de Buenos Aires et de l’Argentine sera reconnu.
Du travail à la pratique
Antonio Todaro est né le 12 septembre 1929 dans le quartier de Chacarita. Vous trouverez probablement que beaucoup prétendent qu’il est né à Mataderos ; Mais la vérité est que selon une interview avec Gabriela Hanna en Allemagne, Antonio Todaro lui-même a déclaré qu’il était né à Chacarita, puis a déménagé au Parque Chacabuco et plus tard, dès l’âge de 13 ans, s’est installé à Mataderos.
Nous parlons de 1942, un pays de 8 millions d’habitants et une époque où il n’y avait pas beaucoup de professionnels du tango ; mais dans lequel il était dansé et pratiqué dans tous les clubs du quartier, les clubs sociaux et sportifs qui étaient remplis de jeunes hommes qui aspiraient à surmonter le tango des décennies précédentes. En fait, on pourrait dire qu’il n’y avait rien d’autre que le tango, du moins à Mataderos.
Et l’un de ces clubs qu’Antonio fréquentait pour regarder les entraînements. Ensuite, il n’y avait pas d’enseignants ni personne pour s’occuper de l’enseignement. Les garçons se sont entraînés les uns avec les autres et dans cette expérience, ils se sont entraînés en tant que danseurs.
Mais un beau jour de 1948, Todaro entra dans le club comme d’habitude, s’assit et regarda longuement ces jeunes gens, jusqu’à ce que tout à coup il entende une voix dire : « Viens, viens !
Qui était? Qui l’a appelé ? Nous ne le savons pas. Mais il y avait quelque chose de convaincant dans ce ton, car immédiatement Todaro se leva de sa chaise pour que le garçon se mette à lui apprendre. Et petit à petit, comme tous les débutants, le processus était lancé.
À cette époque, il travaillait comme maçon et, selon le professeur et danseur Antón Gazenbeek, il aidait de temps en temps un autre danseur, connu sous le nom de « Virulazo », à vendre des légumes dans des charrettes en bois dans le quartier de San Justo.
Mais alors qu’il appliquait le ciment sur le mur ou arpentait les pavés à la recherche de clients, Todaro avait le tango dans la tête. Dès qu’il avait fini de déjeuner, il allait s’entraîner et passait quatre ou cinq heures au club, même s’il n’y avait pas de musique. En fait, il a pratiqué deux heures avec de la musique provenant d’un gramophone que quelqu’un a contribué – quelle que soit la musique qu’il a jouée – et ensuite il est resté trois heures de plus à pratiquer sans musique.
Le thème était l’apprentissage, peu importe avec quelle musique.
C’était l’époque où les danseurs mettaient quatre ou cinq ans à apprendre et à grandir, puis ils devenaient fans d’un orchestre.
Todaro aimait peut-être l’orchestre de Juan D’Arienzo, mais il détestait danser avec des orchestres. Surtout avec l’orchestre des Pouilles. Pas à cause de l’orchestre lui-même, mais parce qu’il ne supportait pas que les gens montent sur scène et s’arrêtent pour le voir, parce que personne ne dansait. Ce fut notamment le cas de l’orchestre Osvaldo Pugliese. Certainement pas avec les autres ; mais surtout avec celui du maestro Pugliese, surtout quand les filles se sont précipitées sur scène pour voir chanter Alberto Morán.
20 ans c’est rien… («20 años no es nada…»)
Cependant, en 1949, elle sentit qu’elle avait déjà assez de courage pour défier le destin et elle s’inscrivit à un tournoi de danse pour participer à un concours dans un club de Lanús, province de Buenos Aires, appelé « Marplatense ».
Ici, je dois préciser que plusieurs compétitions de danse n’avaient pas de juges. Le couple de danseurs a remporté le vote du public. Cela signifie que plus le danseur a amené de personnes à la danse, plus le couple avait de chances de gagner, et plus il y avait de chances de gagner avec la valeur du billet que l’organisateur avait.
Le fait est qu’Antonio est venu au concours accompagné de six ou sept personnes. Très peu d’amis par rapport aux autres. Parfois, les danseurs gagnaient un concours après l’autre, conduisant des camions avec des amis ; mais Antonio avait la foi. Il a vu environ 700 spectateurs dans le club et a attendu d’être appelé pour participer.
Il est entré dans le groupe, a dansé, a montré ses capacités et par le vote du peuple, il a remporté le concours. Ce fut l’un de ces moments charnières, car dès lors il se consacra à l’enseignement et à la danse. Le nom de son partenaire a été oublié ; mais nous savons qu’il mourut peu de temps après ce triomphe.
À ce moment-là, je pensais déjà :
« Le tango en tant que danse est la plus belle chose qui existe. Il faut l’aborder avec force, avec beaucoup d’affection et de nombreuses heures de travail.»
A cette époque, Todaro dansait le style fantasy, un style sur lequel on peut en apprendre davantage en lisant la note sur Fantasy Style Tango sur ce blog. Il pourrait s’éloigner de trois à quatre mètres du couple et reprendre l’étreinte.
Cette façon de danser voyante lui a permis de travailler pendant un an et demi comme danseur dans diverses confiseries : Armonía, (Calle Corrientes 1443) ; El Olmo (au coin de Rivadavia et Pueyrredón, sur la Plaza Once ou la Plaza Miserere); La Munich, (rue Boedo, coin San Juan) dans la ville de Buenos Aires ainsi que dans la ville de Rosario, province de Santa Fe. Il a participé à des variétés comme celles qui étaient dans les cinémas.
Dans ce même 1949, il était au Sol de Mayo Club à Mataderos. Il a vu des gens qui n’étaient pas de là-bas et qui dansaient avec des gyroscopes. Il ne pourra jamais dire qui les a inventés. Mais il pensait que Petróleo le considérait comme un grand danseur.
Dans chaque quartier il y avait un danseur qui surpassait les autres. Ce n’était pas à cause de la concurrence, mais parce qu’ils aimaient ça.)
Il est venu consolider une forme de danse d’exhibition si unique, qu’elle n’est passée inaperçue de personne, au point qu’elle lui a permis de la montrer avec différents couples, le dernier étant sa fille, que certains appellent Inés et d’autres Titi. Voyons-les danser.
D’une manière ou d’une autre, l’homme a montré que, quel que soit son âge, n’importe qui pouvait danser.
La grande rencontre Todaro-Bravo
Mais vers 1964, un autre de ces moments charnières s’est produit. Les professeurs et danseurs bien connus Antonio Todaro et Raúl Bravo se sont rencontrés et en 1969 ont commencé une tâche commune en faveur de l’enseignement.
Ils ont créé des académies de tango dans divers quartiers de la ville et développé une méthode efficace pour les danseurs. Petit à petit, les classes se remplissaient.
Todaro a donc quitté le travail de maçonnerie et a commencé à vivre en enseignant le tango et en dirigeant l’académie.
Il y avait de nombreuses académies : au coin de Misiones et Rivadavia, Rojas, Nazca et la dernière dans les rues Jujuy et Carlos Calvo.
Rappelons-nous que dans les années 1970, beaucoup pensaient que le tango était en train de mourir et d’autres se demandaient si le tango était mort. Une époque où de nombreux danseurs professionnels avaient du mal à travailler.
Mais quoi qu’il en soit, l’étude de Todaro-Bravo commence à gagner en prestige et à figurer parmi les académies les plus demandées par les étudiants.
Il était vrai aussi que les milongas gardaient leurs portes ouvertes et continuaient leur travail en faveur du tango.
C’est ainsi qu’au début des années 80, il entre dans une milonga au Canning Hall, rencontre la jeune danseuse Martha Antón, et après avoir dansé avec elle, il lui propose d’être son assistante. Il n’est pas besoin de décrire le sentiment de fierté ressenti par la jeune femme, à qui l’avenir réservait d’être un grand maître du canyengue moderne. Il vaut la peine de dire qu’Antón était avec lui dans les académies de la rue Belgrano (Belgrano 2259 et Potosí) puis à Sarmiento 2950.
Todaro, le Master international
Il semblait que tout était en ordre ; Mais il découvre qu’il reste encore beaucoup à faire quand, entre 1983 à Paris et 1985 à New York, le boom du tango argentin se déclenche.
Puis les tournées en Europe ont commencé. Il a enseigné en Allemagne, aux Pays-Bas, en Suisse, en Belgique et à Paris.
Mais il n’a jamais cessé d’enseigner à Buenos Aires. Il enseignait trois fois par semaine.
En 1986, avec son assistant Antón, il a reçu le premier contingent composé de 22 Néerlandais d’Amsterdam, après quoi Todaro a déménagé à Carlos Calvo y Jujuy, au premier étage.
Il a appris à danser avec une étreinte ouverte et fermée ; Il enseigne le tango de salon à Luis Grondona, qui deviendra un professeur de canyengue moderne et commence à transmettre ses connaissances à divers étudiants qui deviendront de grands professeurs.
Qui est-ce? C’était un groupe de jeunes dont il tirerait toute sa virtuosité. Parmi eux : Miguel Angel Zotto et Milena Plebs, Jorge Firpo et Aurora Lúbiz, Alejandra Mantiñán et Gustavo Russo, Roberto Herrera et Vanina Bilous, Gabriel Angió et Natalia Games, Roxana et Fabián Belmonte, Marcela Durán, Ricky Barrios, et une liste interminable.
Il semblerait qu’il n’y ait quasiment aucun danseur d’exhibition formé dans les années quatre-vingt qui n’ait étudié avec le grand professeur.
En effet, dans les années 90, il était déjà installé dans l’académie de son ami Saverio Perré, à Belgrano 2259.
A cette époque, il disait à propos de la danse sur scène :
« Aujourd’hui, on danse avec des chorégraphies, beaucoup de fantaisie, un tango spectaculaire. Monter sur scène ne serait pas très réussi. »
Todaro, le grand rénovateur du tango de scène
Antonio Todaro était un homme qui parlait peu et faisait beaucoup. Il avait parmi ses amis Jorge Ocaizaguirre « Virulazo », José María Baña dit « El Pibe Palermo », Carlos Estévez « Petróleo » et Raúl Bravo, avec qui il partageait l’académie. du tango.
Pour cette trajectoire, en 1993, le professeur et danseur Raúl Bravo lui a remis une plaque commémorative pour 15 ans d’enseignement commun. Ils ont dansé en échangeant leurs rôles et ont profité de la soirée milonga.
Dans cette vidéo, vous verrez une partie de la vie du professeur et vous le verrez danser avec sa fille et avec le professeur Raúl Bravo dans cet hommage.
Une fête inoubliable à laquelle a également assisté un homme concentré sur des années pour le voir danser; mais dans les traits de qui le maître pouvait reconnaître ce petit garçon qui un beau jour lui dit : « Viens, viens ! et l’encouragea à se lever de sa chaise.
L’année suivante, le 28 février 1994, Don Antonio, “el tano”, comme certains l’appelaient, quittait cette vie.
Todaro était un créateur de figures, un grand professeur ; mais surtout le pont qui unissait le tango des années 40 à la nouvelle génération des années 80. Il est l’homme qui, au-delà de la milonga, plonge dans la chorégraphie du tango fantaisiste de salon, réinterprète la danse scénique et donne au monde une portée de danseurs, aujourd’hui professeurs, d’une qualité de danse indiscutable. Plus d’un l’appelait “le tailleur du tango”, pour avoir proposé des chorégraphies qui correspondent au style ou aux possibilités de chaque danseur qui l’exigeait.
« Quand quelqu’un dit : « ceci n’est pas du tango », ils le disent parce qu’ils s’attendent à voir un tango des années 40. Je peux le voir danser et dire “Je n’aime pas sa façon de danser”, mais je ne dirai pas “ce n’est pas du tango”. Qui a dit ça, va-t-il vraiment danser ? »
Gustavo Benzecry Sabá[:]
Un comentario
Amigos de Tango,
Yo soy wouter Brave di Holanda, alumno y amigo de Antonio.
Gracias por tu historia sobre el gran maestro! Lo conosci bièn. Estubè su primer alumno Europeo (y joven tambien problamente). Viajè a BA para buscar el Tango en noviembre 1985. Quedè en hotel Victoria en Chacabuco y Chile. En esto epoca el Tango estaba todavia completamente descondido.
Antonio estaba ensañando en esto tiempo en la escuela de Manolo Queralt, Chile 520, muy cerca mi hotel. Maria Inès hico la administracion alla. Por 3 meses estudiè con el alla. primero solo, despues con mi companera Martine (ella esta con Antonito en el foto derecha en tu video; parece que sacaste foto’s de mi libro como el foto de la escuela de Antonio y Raul en Rivadavia. Cuando sacè esto foto no sabi que fue la escuela de ellos. Me cuento Antonio dèspues. Tambien que un dia se fueron para cenar y cuando volvieron el techo estaba caido!!).
En deciembre 1987 volvi con esto grupo de holandeses de que hablas (no en ’86). Esto viaje estaba organisado por Mirta y Lalo Diaz, mi socios en nuestra escuela de Tango en Amsterdam. Fue tambien el momento que Antonio salio de la escuela de Manolo Queralt y empèso a enseñar solo (problamente fue en el estudio en Carlos Calvo).
En Junio ’88 estube solo en BA por un mes y pasè mucho tiempo con Antonio. En esto momento enseñaba en la casa de Pepito Avellanedo en calle Mexico (y Chacabuco). Zotto y Milena estaban tomando clases alla con el esto invierno. Al mismo momento Gustavo Naveira estaba estudiando con Pepito alla. Un tiempo muy interessante y importante por el futuro y desarollo del Tango.
En Septièmbre 1988 Antonio viajaba por la primera vez a Amsterdam para dar clases. Yo lo invitè para venir. Fue su primero viaje etranjero, creo. Cuando Antonio quedaba con nosotros en Amsterdam, me llamo Juan Lange de Berlin, el fundador (Uruguayo) de la escuela de tango de Berlin. (Lo encontrè En BA en enero ’86 durante mi primer visito a BA. El tambien tomaba algunos clases con Antonio esta vez.) Me pregunto si Antonio queria venir tambien a Berlin para enseñar. Antonio dijo si y despues amsterdam viajaba a Berlin y quedaba alla tambien por 2 semanas. Asi empeso su carrera como professor en Europa. Volvio cada año hasta no pudo mas.
Esta ayudante (Martha Antón) de que hablas no cognosco. Todos los años que pasè tiempo con el estaba solo.
Algunos historias que me cuento: Vendio Matambre con Virulazo en la calle me dijo. Preparado por ellos!
Tambien me mostro el lugar donde organosaba salones con comida en los años 70 (?). No me recuerdo donde, fue cerca Mataderos. el el documentario el Abrazo (de Jan van den Berg) Antonio habla de esto.
Tambien me cuento como empeso a bailar. Antonio jugaba futbol me dijo. lo hico bien! Tenia un buen amigo que frequentaba salones de tango (y por eso paso menos tiempo con antonio). Porque Antonio queria estar con el lo acompaño al salon. Y asi empeso a bailar.
Fue gran admirador de los Mendez, me dijo, bailarines de las cuarentas. Y por musica absolutamente d’ Arienzo!!
bueno, esto es mas o menos que sè.
Lo quero mucho y todavia lo estraño. Fue un persona muy bueno y el bailerin màs elegante que vi en mi vida!
Un abrazo,
Wouter Brave